Los médicos bajo la
lupa de los pacientes
Cuando los examinados somos nosotros
De la imaginación a la realidad
Dr. Jorge O Galindez*
Mi viejo
nunca tuvo auto.
Vivíamos en una casa de alto. La calle Cochabamba, empedrada en esos años, tenía muy poco tráfico pero, lo que no olvido, es que nunca paraba allí un auto con visitas para nosotros.
Cochabamba 1551En verdad había excepciones, la llegada del médico. Para la época mis frecuentes "ataques de asma" requerián que de tanto en tanto me tuviesen que asistir. Recuerdo con toda claridad que al escuchar que iban a venir a verme me entusiasmaba y me sentaba en el largo balcón par ver en que auto "venía". Cuando finalmente llegaba y mientras lo veía tocar el timbre miraba con atención la marca, el color y el modelo. Con esos datos corría al tope de la larga escalera para recibirlo con mi mejor sonrisa.
Cierta
vez, en una situación similar, escuché el sonido del timbre pero, no había un
auto estacionado! Cómo podía ser? Un médico sin auto? Debo confesar, con cierta
vergüenza, que mi trato hacia el no fue para nada cortés sino lo más parecido a
un niño malcriado.
En una casa de esforzados trabajadores
la idílica posesión de un auto significaba
en el imaginario familiar, educación, prestigio y una posición social
elevada que, para la época, eran aún más
apreciadas que el poder económico que transmitía.
Chevrolet 1949
Y me refiero
específicamente al momento en que somos
sometidos al primer examen por nuestros pacientes. Ese primer vistazo, la
primera impresión que causamos y sus eventuales consecuencias futuras sobre la hoy,
tan discutida y cambiante relación médico-paciente.
Cierto es que hay un
paso previo que merece, por su importancia, considerarse y valorarse en su
justa medida. Analicemos, ¿tenemos en
cuenta cómo nos imaginan antes de
conocernos?
Lo más probable es que no nos perciban como personas comunes
haciendo compras en un supermercado o lavando los platos luego de cenar sino más
bien supondrán que tenemos una vida mejor que la de ellos, más gratificante,
con buenos niveles de ingresos, prestigio social y que vivimos momentos de
mucha excitación y presión, lidiando con
desafíos médicos de gran responsabilidad.
Con ese bagaje como
preconcepto, ubiquémonos entonces en los momentos previos a la consulta y veamos
algunos de los muchos y diferentes
escenarios posibles.
¿Es lo mismo llegar a
la puerta de un consultorio privado de un médico reconocido y recomendado que a
los impersonales habitáculos generalmente pequeños y mal iluminados, todos
iguales, uno al lado del otro, que tan comúnmente podemos ver tanto en
hospitales como en sanatorios donde duele decirlo , emanan una apabullante
despersonalización?
Definitivamente no.
Sin
duda todo lo expresado y muchos otros factores más, van a condicionar ese
primer encuentro cuando la puerta se abra y se produzca el saludo inicial.
Dicho esto, vayamos
entonces a ese instante donde la vestimenta que usemos, la forma de estrechar
la mano y esa primera mirada confirmarán o no las expectativas guardadas en su
imaginación.
Sobre este momento Jennifer K. South
Palomares, investigadora de la Universidad de York afirma que cuando miramos por primera vez el rostro de una
persona, nuestro cerebro en sólo 33 milésimas de segundo forma juicios rápidos,
sobre su carácter y personalidad que tendrán una enorme influencia, aunque no
definitiva, sobre la futura relación. Yo agregaría, respetuosamente, que las
mujeres lo hacen en la mitad de ese tiempo!.
Jennifer K. South Palomares
La cultura japonesa tiene una expresión milenaria, ‘koi no yokan’, para graficar la indescriptible sensación que sentimos al enamorarnos perdidamente de alguien a quien acabamos de conocer.
Por otra parte Mónica González-Carrasco, psicóloga de la Universitat de Girona nos enseña que “la primera impresión obedece sencillamente a nuestra necesidad de estructurar el mundo de forma simple y práctica”.Anatolle Broyard
Entre ese niño que valoraba al médico por la calidad de su auto a este
experimentado profesional he sentido, sin quererlo, muchas veces desagrado,
indiferencia o satisfacción ante un
paciente “nuevo”, pero eso será motivo de otra Editorial.
*Jefe del Servicio de Clinica Médica del Hospital Escuela Eva Perón