lunes, 22 de octubre de 2018
lunes, 4 de junio de 2018
El Efecto Cascada en Medicina
Las consecuencias de sobrediagnosticar
y sobretratar
Prof. Adj. Dr. Jorge Galíndez
Dra. Sheila Diodati
Luego de varias entrevistas, consultas y estudios
complementarios me resultaba complicado siquiera definir cuáles eran los
diagnósticos probables de uno de mis más antiguos pacientes. No sólo eso era el
problema sino que me preocupaba su desconocida -para mí- cara de desconfianza y
sus propuestas casi imperativas de que es lo que debíamos hacer.
Recordé en ese momento un artículo que habíamos leído y
analizado en nuestro Servicio sobre “El Efecto Cascada”* y me pregunté sí no me
hallaba ya inmerso en sus consecuencias.
Pues bien, hablemos de ello.
No pocas veces desencadenamos intervenciones, que analizadas
retrospectivamente fueron originadas en signos o síntomas irrelevantes y que,
vistas en su momento, desde las guías o protocolos que, cada vez más nos marcan
los caminos a seguir, terminan en una vaga conclusión y con escaso beneficio
para el paciente.
Sin dudas, es un proceso que tiene lugar en forma escalonada,
que parte de un evento inicial y termina en una conclusión aparentemente
inevitable y poco beneficiosa.
Creo interpretar a
muchos colegas al decir que muchas veces nos sentimos tentados, ya sea por la comodidad que nos brindan los
algoritmos o muy probablemente, por los
fantasmas de los reclamos judiciales, a forzar un proceso diagnóstico o terapéutico
olvidando en muchos casos un principio ético fundamental del “Non Nocere”.
El médico, inconscientemente, inicia estas cascadas de
intervenciones clínicas a veces útiles, pero
muchas veces innecesarias, difíciles de parar y en ocasiones peligrosas, a
partir de una situación puntual y concreta habitualmente acompañada por la ansiedad del paciente que no
pocas veces logra con éxito, contagiarnos.
Estas primeras acciones generan una cadena de eventos tanto
más imparables cuanto más se avance y pueden llegar a tener consecuencias imprevisibles
que podrían haberse evitado, ocasionando, a veces, daños orgánicos o psíquicos
irreparables que terminan afectando considerablemente la difícil relación
médico- paciente.
Muchas de estas situaciones pueden
explicarse de diversas maneras pero básicamente diremos que sus causas
fundamentales son la errónea interpretación de datos, el desconocimiento a la
posibilidad de encontrarnos antes resultados falsos, tanto negativos como
positivos y con toda frecuencia a nuestra escasa tolerancia a la incertidumbre
que golpea sin piedad nuestro ego y que
nos puede llevar a sobrestimar beneficios subestimando peligrosamente los
riesgos que un estudio o un tratamiento implican.
Es muy cierto que a alumnos y residentes
se les insiste en que es mejor actuar de más que de menos; ya que es preferible –decimos- “cometer errores por comisión y no por omisión”.
Difícilmente tendremos un reproche legar por haber pedido un
estudio no imprescindible pero seguramente seremos objetados sí dejásemos de
hacer otros aunque en su momento no hubiesen sido evaluados como necesarios.
Extremando el concepto podríamos decir que preferimos convertir a un sano en enfermo (etiquetarlo
como tal y someterlo a cascadas
diagnósticas y terapéuticas,) que dejar a un enfermo sin diagnosticar y tratar.
Los errores por comisión, no son carentes de consecuencias ya
que pueden conllevar efectos adversos nocivos que aumentan los riesgo de
morbilidad y porque no -en casos como se ha visto recientemente- determinantes
de la mortalidad.
Cómo evitar estos errores?
Es una pregunta difícil de contestar pero hemos de decir que
en un mundo sesgado por el fantástico desarrollo tecnológico no debe olvidarse
nunca el juicio del clínico y entender que muchas veces lo primario en la no
maleficencia.
A nuestros pacientes, que permanentemente nos exigen “lo
mejor”, la tarea es explicar, tranquilizar y tranquilizarnos destacando el hecho de que en muchos casos lo “mejor” es no hacer
nada, sino esperar y ver.
* El efecto cascada:
implicaciones clínicas, epidemiológicas y éticas. María Perez-Fernandez y Cols.
viernes, 2 de febrero de 2018
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