EL “ANA-ANA” y LOS MEDICOS
¿Dilema Ético o
Costumbre Naturalizada?
Dr. Jorge O Galíndez*
¿Qué es eso
del ana-ana? me preguntó curioso Cristian, un alumno a punto de recibirse de
médico en el “office” de enfermería repleto gente.
Sí bien
entendí perfectamente a qué se refería, no encontré, en ese momento, las
palabras justas para explicarle este modismo tan argentino por lo que le
contesté con otra expresión también muy nuestra, “Es el vamo y vamo” le respondí desenteniéndome. mientras me alejaba para evitar una incómoda segunda pregunta.
Esos pocos
segundos de charla despertaron mi curiosidad por averiguar el origen de la
expresión que, ahora sé, aparentemente, se remontaría a los lejanos años de las recetas magistrales, donde los
galenos para pedir al boticario que
preparaba las pócimas cuando dos
ingredientes tenían la misma
concentración simplemente le anotaba "aa”.
Ciertamente,
todos conocemos su significado, las implicancias ético-legales que conllevan y
reconocemos, sin dudas, como la principal causa que llevara al suicidio al Dr.
René Favaloro, pero poco se habla del tema entre los médicos. Imagino que lo hacemos de manera culposa, no obstante he de
admitir que en nuestra corporación la modalidad es aceptada sin mayores
reproches, utilizando términos actuales,
“está naturalizada”.
“Ana-ana” es una dicotomía oscura, una retribución o regalo que se recibe por
una prestación, referenciación o derivación que se hace sin el conocimiento del
paciente.
Raúl Valdez, Profesor de Dermatología de la Universidad Austral y reconocido académico argentino, escribió hace
unos años una brillante editorial**, en la que asocia el ana-ana con las enseñanzas
de Don Quijote de la Mancha. (Segunda parte, capítulo LVIII). que a mi manera de
ver explica el dilema ético al que nos enfrentamos los médicos.
Veamos:
“La
libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron
los cielos;... por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar
la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir al
hombre. Digo esto Sancho, porque bien has visto el regalo y la abundancia que
en este castillo que dejamos hemos tenido... que las obligaciones de las
recompensas y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre.
¡Venturoso aquel a quien el Cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo Cielo!". a lo que Valdéz se pregunta: "¿De qué cautiverio nos habla Cervantes?".
De aquel que
va nublando nuestra conciencia hasta no permitirnos distinguir sí nuestra
indicación fue pensada sólo para el bien del enfermo o por la recompensa
prometida y, por el contrario, valora la libertad de no quedar atado para
elegir lo mejor sabiendo que no habrá mayor recompensa en la conciencia que el
trabajo bien hecho.
Indudablemente,
el Quijote prefirió abandonar las
comodidades del castillo en el que estaba alojado, pero que lo ataban para tener la libertad de
cumplir su misión.
Alejándonos
de las inquebrantables convicciones del Dr. Favaloro y de los pensamientos
utópicos de la pluma de Cervantes, la realidad y perdón por el anglicismo –la
real life– nos lleva a referirnos a los pasados años donde la práctica era
habitual y casi generalizada hasta que escandalosos casos de corrupción en los
Estados Unidos, que afectaron grandemente la libre competencia en el sistema
financiero en los años setenta, produjeron a partir de entonces un necesario
cambio de paradigma respecto a la relación de las empresas con los
profesionales
La mayoría
de los países sancionaron severas leyes, decretos y regulaciones de todo tipo
que obligaron a las compañías a generar internamente complejas áreas. que hoy
son decisivas para la asignación de recursos en forma eficiente, garantizando
el cumplimiento de las leyes y normativas, que hoy son fundamentales y claves
para el futuro de las empresas, sí quieren evitar juicios penales y condenas
sociales que, como sabemos, persiguen a ciertos sectores de la industria.
De esas
nuevas “Gerencias de Cumplimiento Normativo” proviene otro anglicismo que
debimos aprender, “Compliance”, que
resume en una sola palabra todo lo antedicho.
Utilizando
modismos actuales, en nuestro país los resultados fueron categóricos en lo que llamaríamos “la
macro”, como aquellas grandes "atenciones". En cambio, en “la micro”, como pequeños gestos casi de cortesía, no hay datos seguros, pero siempre queda el viejo axioma
de:
“Echa la
ley, hecha la trampa”
*Jefe del Servicio de Clínica Médica
del Hospital Escuela Eva Perón.
** The "ana-ana" and the
freedom of conscience in Don Quixote”. Dermatología Argentina
2017.
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