Investigación Básica Dirigida
vs
Investigación Básica No Dirigida
Dr.
Jorge O Galindez*
Para la mayoría de nosotros el
nombre Hudā al-Hibrī
az-Zughbī, Huda, en occidente, no significa mucho. Nacida en
Beirut en turbulentos años, emigró a los
Estados Unidos donde estudió Medicina, se especializó en Pediatría y luego,
como en muchos otros casos, una paciente con una rara enfermedad despertó su
curiosidad por dilucidar la raíz de su cruel patología lo que la llevó a inclinarse decididamente
por la Investigación Básica.
Luego de muchos años de estudio y
como resultado de sus innovadoras publicaciones y presentaciones ha sido
múltiplemente galardonada, incluso fue nominada para el Premio Nobel de
Medicina en el año 2020 por el descubrimiento de la mutación en el gen MeCP2, ubicado
en el cromosoma X que conduce al trastorno cerebral denominado Síndrome de
Rett afección que padecía su pequeña
paciente.
Hace pocos días Diego de Mendoza, brillante rosarino, Doctor
en Bioquímica e Investigador del CONICET, conociendo mi interés por avanzar en
el conocimiento de la Medicina Traslacional me acercó una publicación -“The Basics of Translation”- de
la Revista Science** donde Huda expone su posición respecto al estratégico
tema de la distribución de los recursos económicos destinados a la
investigación.
Publicado ya hace un tiempo pero
de gran actualidad, La autora nos explica con un ejemplo muy gráfico las dificultades de la
Investigación Traslacional subrayando que la tarea que se debe realizar no es
diferente a la de un traductor profesional donde se necesita conocer muy bien ambos
idiomas e incluso interpretar aquellos modismos que no tengan traducción.
Llevado al terreno de la ciencia
la complejidad y sofisticación de los mecanismos celulares por un lado
encuentran sólo rudimentos en el ámbito los conocimientos y tecnologías lo
que nos lleva a reflexionar de que sí
queremos avanzar se deben aumentar decididamente las inversiones en el desarrollo tecnológico, la innovación y la
capacitación de los recursos humanos para de esta manera progresar con paso
firme en la correcta interpretación de las incógnitas que nos siguen planteando
los fascinantes desafíos de la Biología
Molecular.
Al respecto es bien sabido que en los Estados Unidos, es
mucho más factible que propuestas de estudios de investigación obtengan mejores
financiamientos sí están vinculados a un resultado práctico, por ejemplo un nuevo avance hacia la cura de alguna
desafiante enfermedad y que logren mucho
menos sí los recursos son solicitados para el estudio, por ejemplo, del origen
de la vida.
Como resultado de esta lógica,
expresa que, muchos científicos básicos altamente calificados se han visto
tentados a “saltar al carro” de la
Medicina Traslacional, -la Investigación Básica Dirigida (IBD)- abandonando, al
menos temporalmente, la Investigación Básica No Dirigida (IBND) que ella
sostiene está siendo claramente
relegada.
Ahora bien, quien puede dudar
sobre la necesidad e importancia del apoyo al desarrollo de nuevas
e innovadoras estrategias orientadas a predecir, prevenir, mejorar la
calidad de vida y tratar más efectivamente patologías conocidas.
Sin embargo, lo que Huda insiste en subrayar y llamar la atención es la trascendental importancia de la IBND,
donde no pocas veces se obtienen resultados igualmente específicos a los de la
IBD pero que no fueron previstos y que
nos sorprenden por el importante
beneficio y aplicabilidad en contextos absolutamente inesperados.
Sostiene su postura con ejemplos
tales como el de aquellos que estudiando las alas de la “mosca de la fruta” descubrieron el gen que está presente en el desarrollo
humano de distintos tipos de cánceres o de cómo del estudio que rastreaba la
capacidad de propicepción del cerebro surgió un potencial y exitoso tratamiento
de la sordera.
Más desafiante la autora impulsa
la necesidad de involucrarse en trasmitir y despertar el interés social sobre “cómo crece realmente el conocimiento
científico” y de esta manera lograr la modificación del interés de los
inversores remarcando que NO todo lo que
vale la pena puede justificarse por su valor de mercado concluyendo que lo que
es más significativo y trascendente puede no tener aparentemente resultados
prácticos inmediatos.
Finalmente, más componedora
concluye que la mejor manera de promover el descubrimiento es invertir en
investigadores talentosos impulsados por la curiosidad y la pasión, ya sea para
el estudio de enfermedades o de los
misterios más oscuros de la naturaleza.
En nuestro país muy lejos de
acercarnos a la inversión de los países desarrollados, se han hecho avances muy
destacables pero se hace necesario redoblarlos potenciando el acercamiento de
la ciencia con la sociedad de tal manera que se comprenda más cabalmente el
significado y la importancia del conocimiento global, tanto sea con fines
específicos como en la búsqueda de las grandes incógnitas que nos rodean y que, como imaginamos, en muchos casos serán
determinantes de actitudes y hechos que hoy nos resultan incomprensibles.
*Jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Perón. Gro
Baigorria, Santa Fe, Argentina
**VOL 339 SCIENCE www.sciencemag.org
Excelente reflexión final.
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