EN
LA SALA DE MEDICOS*
Lo que decía ayer lo que siento
hoy
Dr.
Jorge O. Galíndez**
Las líneas que siguen pueden
resultar polémicas y frente a temas susceptibles de generar debates hay quienes
prefieren la reserva. En mi caso, elijo pensar en voz alta consciente de que no
me creo dueño de la verdad y de que entiendo al debate como procedimiento
necesario para el crecimiento en el campo de las ideas.
Este es el marco que quiero
darle a las palabras que siguen, más allá de que algunos lectores no puedan
compartirlas y hasta no sea –como se acostumbra decir- “políticamente correcto”
hacerlo.
Frente al heterogéneo grupo de residentes que han asistido a nuestro Servicio a lo largo de más de tres décadas, con frecuencia me encuentro pensando –en rigor, “fantaseando”- que entre ellos puede estar un futuro premio Nobel o un profesional que reconocerán en todo el mundo.
Ante esa situación, es habitual
que transmita a todo el grupo algunas ideas que apuntan a motivarlos para que se
esfuercen y tengan capacidad para elegir el rumbo adecuado. En el caso
específico de su futuro profesional, creo sinceramente que el camino correcto
es el de la super especialización.
Para eso, ya no basta con el título de grado ni la especialización sino que además
es necesario realizar un posgrado más específico aún, en un centro de mayor prestigio y desarrollo, preferiblemente
en el exterior.
“Capacítense, especialícense,
profundicen los conocimientos afuera y vuelvan”, solía decir como marcando
etapas de ese camino. “Es que, en la actualidad hay muy buenos profesionales y
para destacarse, para ser reconocidos, hay que ser saber mucho de poco”.
¿A quién le interesan los
consejos? En un Sala poblada de jóvenes con distintas expectativas –todas ellas
legítimas- me sería fácil pensar que probablemente a nadie lo que me eximiría
de profundizar en un tema tan crítico como su futuro. Sin embargo a mí me
sucede algo distinto.
En la rutina del trabajo diario
en el hospital estoy atento a los detalles, busco un gesto, un rasgo, una señal,
en los atareados jóvenes médicos que me indique que estoy ante “ese” joven y cuando creo encontrarla, en
ese preciso instante se produce en mí una extraña sensación. Imagino que él soy yo e intento recordar que reclamaba, en
ese entonces, de mis maestros.
En otros casos, la postura de un
residente o su forma de expresarse me lleva a imaginar el deseo de escuchar una
voz que reafirme sus convicciones o simplemente que le marque el camino
En ambas situaciones, siento que
merecen una palabra nacida de la experiencia y, ante todo, debo ser sincero con
ellos y conmigo mismo. Aún a riesgo de encender una polémica o recibir algunas
objeciones –como ya señalé al principio, me inclino por contarles como veo yo
el futuro de la Medicina, y reflexiono con ellos, “Uds. tienen que elegir entre
dos opciones, ser un mar playito donde se sabe bastante de mucho o un pozo
profundo donde se sabe mucho de poco”. Ante tamaña disyuntiva ambos caminos
están poblados de pros y contras pero yo al momento de elegir me decidí por el
pozo profundo, les digo.
De todo lo expuesto nacía mi
insistente consejo. “Capacítense, especialícense, profundicen los conocimientos
afuera y vuelvan”. Insistía “Vuelvan”!!. ¿Qué quería decir con esta última
palabra?
Debo admitir que siempre he
visto con rechazo a aquellos que formados dentro de un sistema público y
gratuito en nuestro país luego van a ejercer en el extranjero. “La consigna es
capacitarse en el exterior y regresar para dar frutos en Argentina”, en repetido
durante años.
Hoy con todo dolor debo expresar que ya no siento el mismo entusiasmo de motivarlos a “volver”, mis palabras y el tono de mi voz me traicionan cuando hablo del tema frente a ellos y veo en sus ojos la misma duda. Callo y en ese silencio que nos gana a todos siento que hay mucho de tristeza, incertidumbre y comprensión.
.
*Adaptado del capítulo 45,
Postales del Aula, de mi libro “Ya no es tan grave” publicado en su primera
edición en 2005.
** Jefe del Servicio de
Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Peró
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