viernes, 17 de mayo de 2024

 

Un cambio inesperado

De Médico a paciente

Dr. Jorge O Galíndez*

Pase por aquí doctor.

Vestido con un impecable ambo blanco el joven técnico radiólogo me condujo por un zigzagueante y poco iluminado pasillo. Se detuvo ante una puerta gris, la abrió y me dijo amablemente “saquese los lentes, acuéstese en la camilla y espéreme un segundo”.

La cefalea lejos de ceder era cada vez más punzante y frecuente.

Solo, frente al Tomógrafo, que hoy veía más grande y amenazador, obedecí las órdenes mientras  miraba la maquina con cierta desconfianza a sabiendas de que en instantes  iba a escrudiñar mi cerebro sin piedad.

 


 “Incline un poco la cabeza hacia la izquierda, sólo serán cinco minutos”

Ya en posición recordé las instrucciones de mi esposa. “Cerrá los ojos y pensá en cosas lindas” me había dicho en la sala de espera con una sonrisa que intentaba ocultar sus temores.

A decir verdad no pude hacerle caso ya que sólo sentí la necesidad de rezar hasta que el monótono y recurrente sonido del equipo se silenció. La puerta volvió a abrirse y escuché una voz que me decía “Ya está todo, puede irse nomás, doctor”.

En su condición de enfermos, muchos médicos aprecian el valor de la espiritualidad, dice Albújar-Baca, Profesor de la Universidad de Trujillo en su muy interesante ensayo “Cuando el médico es el paciente” y vaya sí tiene razón!

 

                                                                          Profesor Pedro F.Albujar-Baca                                                        
                                     

La pregunta es qué nos pasa cuando súbitamente nos convertimos en pacientes, y como  aceptamos ese cambio de identidad.

Esta situación vivida me hizo reflexionar sobre un cierto pensamiento mágico al que a veces nos aferrarnos, que  lo llamaría “soberbia del sano” entre los médicos, que solemos ver a la enfermedad como un desvalor que afecta a los demás mortales y que el guardapolvo blanco que usamos actúa para con nosotros como un protector infalible y que cuando  falla y la enfermedad aparece, sobre todo cuando es inesperada, nos descoloca y obliga a un cambio de roles al que no estamos acostumbrados y que nos revela dramáticamente nuestra muy negada fragilidad.

Sin dudas nos encontramos en la consulta ante una situación de inferioridad que desconocemos y que nos es hostil. Estar sentado del otro lado del escritorio nos muestra una realidad totalmente distinta.

“El punto de vista define el panorama” suelo pontificar ante mis colegas.

Albert Jovell, Profesor Asociado de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universitat Autónoma de Barcelona, en su libro El médico social resume en una frase icónica su papel de médico y paciente "He tenido dos carreras de medicina dice, la vertical como médico y la horizontal como paciente. En la vertical, ves la enfermedad, en la horizontal, la vives".


Profesor Alberto Jovell

 La sonriente cara del prestigioso neuroradiólogo** que informó  el estudio indicaba gestualmente buenas noticias. “Venga doctor y veamos las placas juntos, para mí, está todo normal” dijo mientras señalaba con todo detalle las imágenes y se esforzaba en una puntillosa explicación seguramente porque percibió me eran totalmente necesarias.

Dr. Enrique Giavitto

 Es una Neuralgia de Arnold “de libro” dijo con seguridad.

Dos días después otra vez me enfrenté al tomógrafo, pero todo parecía distinto ya no lo veía como arrogante y todopoderoso sino como alguien que iba a guiar las manos del experimentado especialista*** cuando clavara la aguja sobre mi cuello buscando las raíces nerviosas cercanas a la columna cervical para bloquearme el dolor.


Mientras realizaba su trabajo y yo me mantenía inmóvil y concentrado comenzó a contarme que cuando él era muy chico iba a ver jugar al futbol a su padre y de allí me recordaba ya que yo también lo hacía en los míticos enfrentamientos de los torneos que organizaba la Asociación Médica en Arroyo Seco. Sin dudas ese acercamiento personal lo cambió todo, ahí con toda la tecnología a su alrededor apareció el doctor cercano que todos los pacientes necesitamos.

 

Dr. Marcos Fachetti

 Salimos del Instituto y caminamos unas cuadras para relajarnos. La neuralgia parecía  mejorar.

Sonó el teléfono.

 “-¿Dr. Galíndez?-. –Sí, soy yo- Mi médico de cabecera me dijo que lo llame para pedirle una consulta. Cuando lo puedo ver?

Todo había vuelto a la “normalidad”.

 

*Jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Perón

** Dr. Enrique Giavitto.

*** Dr. Marcos Fachetti.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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