EL DESGASTE
Dr. Jorge Galíndez*
La palabra que con más frecuencia vengo escuchando de mis
colegas es “Desgaste”.
En ella resumimos las numerosas y distintas vivencias de los
últimos meses de trabajo en un Hospital designado como COVID19; es decir,
destinado por las autoridades para
atender este tipo de pacientes.
Es bien sabido que nuestra ciudad, hasta ahora, no ha sido
impactada fuertemente por la pandemia y que son muy pocos los pacientes
internados pero durante éstos últimos meses en nuestro servicio sólo hablamos
de ello, de nuestra inexperiencia, de la falta de evidencias internacionales
sobre tratamientos exitosos, sobre la inquietud de sí vamos a tener los
elementos necesarios para mantenernos seguros, del alto porcentaje de
trabajadores de la salud que resultan infectados y sobre todo del MIEDO de
llevar el virus a nuestros seres más queridos.
Nuestra realidad ha sido hasta el momento esa sensación de
alerta permanente, esa descarga de adrenalina que se siente al estar en contacto
con el paciente “sospechoso” aquel
que nos obliga a esperar muchas horas en esa duda de “sí será o no será”. Quien
puede negar la incertidumbre y el desgaste anímico que cada una de éstas
situaciones conlleva a la que se suma la certeza que en cualquier descuido todo
nos puede pasar.
Nuestra obligación es cuidarlos, cubrirlos, apoyarlos,
brindarles seguridad pero también estar alertas sobre los primeros signos de
agotamiento que alerten sobre nuestro
tan temido “Burn Out” que dicho
sencillamente significa “estar quemados” sin posibilidad de seguir adelante.
Todos hemos visto por televisión el aplauso a los nuevos
“héroes” de la pandemia que enfrentados
a desafíos sin precedentes se mantienen firmes en la trinchera pero debemos
reconocer que estar en la primera línea de una pandemia global tiene un alto
costo psicofísico y que se hace necesario identificar tempranamente esos sutiles primeros síntomas
que tomados a tiempo son totalmente reversibles pero que sí los dejamos avanzar
van a afectar severamente su futuro
personal y profesional.
El autoexamen, la
visión de nuestra familia y de los compañeros de trabajo nos va a ayudar a
detectarlos.
Volverse más apático, más retraído, más descuidado, extraviar
elementos de trabajo, olvidos de compromisos son sólo algunas de las muchas
alertas que debemos reconocer para nuestra más rápida respuesta.
Quiero finalmente, realizar un aporte que estimo fundamental
para mitigar nuestras cambiantes y desafiantes sensaciones cotidianas y
aconsejar, sí se me permite, una premisa para estos tiempos de pandemia.
Reemplacemos la elevada
autoestima que sentimos al ver mejorar o
curar a nuestros pacientes por la gratificante sensación del deber cumplido y
del esfuerzo realizado, olvidándonos, aunque sea por ahora, de los inciertos
resultados.
*Jefe del Servicio de
Clínica Médica. Hospital Escuela Eva Perón
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