EL VIEJO TRUCO DE NEGAR LO OBVIO.
Una historia más de los “anti”
Viendo
lo que ocurrió en estos últimos días con el discurso y las reacciones de los
llamados grupos “antipandemia” recordé
una experiencia similar que nos tocó vivir durante los primeros años de los
noventa cuando la epidemia de sida se extendía por el mundo, y pensé que podría
ser de utilidad detallar la forma en que evaluamos y solucionamos el tema en
aquel momento
Eran
las épocas del avance irrefrenable del virus que producía miles de muertes de
jóvenes y niños alrededor del planeta, donde todos los pronósticos eran sombríos,
sin tratamientos efectivos, sin vacunas
preventivas y con escasos recursos humanos disponibles que a pesar de todo mantenían
la firme decisión de no abandonar la lucha porque estábamos
convencidos que la respuesta científica finalmente llegaría.
En
medio de la crisis donde las buenas noticias no existían un periodista del
Diario La Capital me llamó por teléfono para invitarme a tomar un café en su
casa.
Raro,
no era habitual este tipo de convocatoria pero accedí rápidamente facilitado
aún más por su dirección, que sin yo saberlo previamente, era muy cercana a mi
domicilio.
La
tarde de ese mismo día nos reunimos y en forma sigilosa y sin muchos
prolegómenos me informó que estaba por llegar a Rosario un “científico” que
afirmaba que el virus del sida no existía y que él lo iba a entrevistar.
Sin
dudas estaba entusiasmado por la primicia, y quería saber “en off” mi opinión sobre su postura.
Lo
cierto es que la nota se publicó y tuvo una interesante repercusión en la
ciudad provocando curiosidad sobre cuál sería nuestra respuesta ante las
afirmaciones tan expresivas y contundentes de nuestro visitante.
Sabíamos
que su capacidad para el discurso basado en afirmaciones indemostrables pero
dichas con mucha seguridad nos pondría en aprietos atento a nuestra falta de
entrenamiento para este tipo de exposición mediática donde la polémica obligada
y la extrema simplificación para el mejor entendimiento de la audiencia sin
dudas le serían favorables
Por
otro lado estábamos seguros que de una situación semejante sólo habría un único
beneficiado, este interesante personaje, que lograría que “la ciencia” lo ponga
en igualdad de condiciones al darle identidad y responder a sus dichos.
Sin
embargo, no podíamos negarnos a la requisitoria y así lo hicimos.
Nuestra
propuesta fue invitarlo a una sesión académica que se realizó en el Aula Magna
de la Facultad de Odontología donde no podía contar con sus aplaudidores y
abucheadores que lo acompañaban sino que iba a tener que discutir en igualdad
de condiciones y con la serenidad que ofrecía el ámbito.
La
sesión comenzó con la lectura de su Curriculum que manifiestamente lo incomodó.
A quien no, sí ante tanto palabrerío previo en los hechos concretos nada podía sustentar.
Lo
exiguo de sus antecedentes desnudó al
invitado que nervioso e inseguro apenas
pudo responder balbuceante las respetuosas preguntas básicas del auditorio que
observaba como su mentada seguridad se transformaba minuto a minuto en desorientación,
impotencia y vergüenza.
Su
papelón fue tan elocuente que sin saludar se retiró de la reunión y nunca más
volvimos a saber de él.
Observamos
como de tanto en tanto se repiten similares situaciones, potenciadas ahora por
las redes sociales, pero que al final son la misma cosa.
Desafiar
lo establecido no está nada mal, pero se desgasta la oportunidad cuando en casos
como el narrado, sólo encontramos palabras expresadas con firmeza y convicción
pero que a la hora de defenderlas con argumentos sólidos en el lugar apropiado,
sólo aparecen como vaguedades sin contenido
y alguno que otro inconfesable motivo.
*Jefe del Servicio de Clínica Médica del
Hospital Escuela Eva Perón.
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