Del “Ojo Clínico” a las Ciencias Omicas
Profesor Adjunto Dr.
Jorge Galíndez*
1974.-Abrió la puerta de la Sala de
Terapia Intensiva, miró un paciente que yacía en una cama frente a él y sin
mirarnos dijo “Este paciente tiene un Edema Agudo de Pulmón”.
En segundos estábamos alrededor del
enfermo mientras el médico de guardia que lo auscultaba, confirmaba lo predicho
por nuestro docente.
Nuestra capacidad de asombro estaba
colmada! Nos hallábamos en presencia de
un médico extraordinario! No nos hacía falta nada más para considerarlo nuestro
guía en la carrera que recién iniciábamos!
Cierto
es que después de ver unos pocos pacientes en situaciones similares cualquiera
de nosotros podía repetir el diagnóstico ocular de esta clásica patología.
Habíamos desarrollado, “El ojo clínico”.
2016.- La Biología Molecular permite llegar a la profundidad de los elementos
básicos que conforman nuestro organismo, contamos con estudios de imágenes que
detectan alteraciones mínimas e incluso pueden
amplificar aquellas indetectables para el ojo humano.
Vaya sólo como un ejemplo del desarrollo de la tecnología
diagnóstica actual el enorme impacto en el campo
del análisis de la funcionalidad celular y en sus aplicaciones biotecnológicas
a través de lo que se ha dado en llamar conjuntamente “la Era Omica” que agrupa
a la genómica, la proteómica, la transcriptómica y
la metabolómica.
Su integración genera conocimientos hasta hace poco desconocidos,
todo a través del rastro genético que detectan y que, correctamente
interpretados, nos introducen de lleno en el campo de la Medicina de Precisión.
En poco tiempo más muchas patologías de difícil
diagnóstico, complejos tratamientos y mal pronóstico serán observadas antes de
que se pueda detectar el menor indicio, por cualquiera de los métodos
actualmente conocidos.
Esta verdadera revolución en el ámbito de la
medicina que conlleva -sin dudas- un cambio de paradigmas, permitirá que con
terapéuticas absolutamente novedosas se pueda “curar” a los pacientes de enfermedades que no tengan pero que
seguramente hubieran estado destinados a padecer.
Desde ese ojo clínico que llegaba, aún en los más
experimentados profesionales, a reconocer signos de patologías casi siempre en
estados avanzados a solucionar patologías antes que siquiera pudieran haberse
sospechado de otro modo, han transcurrido sólo unos pocos años en la historia
de la humanidad.
La medicina de los próximos decenios es
inimaginable pero yo recomiendo intentar mantener esa mística que nos rodeaba, no
ya para que nos otorgue un poder terrenal superior, perdido definitivamente,
sino porque creo firmemente que siempre el paciente necesitará el “arte” del médico como bálsamo para sus
pesares.
*Jefe
del Servicio de Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Perón. Gro Baigorria,
Santa FE. Argentina
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