NO
QUIERO QUE ME USEN DE “CONEJILLO DE INDIAS”
Las
tres palabras que mayor daño le han hecho a la ciencia
Dr.
Jorge O. Galíndez*
Nélida es mi paciente desde que
en el lecho de muerte de su esposo se enteró que este padecía sida, secreto que
él mantuvo hasta el final. Corrían los finales de los años 90 y ella ya era
abuela.
Los estudios certificaron lo que
todos pensábamos, ella estaba también infectada con el VIH-1.
Durante 10 años en que nos veíamos
mensualmente desarrollamos una excelente relación médico paciente. En los
últimos tiempos venía acompañada de una de sus nietas de 12 años que asistía
muy contenta porque sabía que luego de la consulta irían a tomar un helado al
centro.
Su negación a aceptar lo que le
había tocado en la vida hacía que con frecuencia abandonara los tratamientos que
consistían en varios comprimidos no fácilmente tolerables. Como resultado de esa
falta de cumplimiento desarrolló una resistencia a las drogas que puso en
peligro su salud.
Ante la situación planteada le propuse
ingresar a un Estudio de Investigación donde estábamos ensayando un fármaco más
potente, más fácil de tolerar y con menos efectos indeseables pero que todavía
no tenía la aprobación de los organismos nacionales e internacionales
necesarios para su comercialización.
Interesada me realizó varias
preguntas más sobre cómo era participar en un estudio de esas
características y me dijo que lo iba a
pensar unos días y que luego me contestaría.
En la siguiente consulta vino
sola, se sentó y sin mirarme a los ojos me dijo “Doctor, perdóneme pero mis
hijos me dijeron que no quieren que me usen de conejillo de indias”.
Analicemos en profundidad sus dichos y que implican estas tres palabras. ¿Autoprotección?, ¿que sean otros y no yo los que toman el riesgo? ¿No querer ser utilizado como un sujeto de pruebas? ¿Desconfianza hacia los investigadores y a la ciencia misma? Probablemente sea la suma de todas ellas pero el resultado es dramático ya que estigmatiza, desalienta y desvaloriza a los participantes de un protocolo quienes a la inversa deberían recibir de la sociedad toda, el merecido reconocimiento que se brinda a los grandes benefactores de la humanidad.
Varias son las teorías del origen de esta expresión
que tanto daño le ha hecho a la ciencia y como consecuencia a la salud global.
Deriva del inglés Guinea Pig y la principal hipótesis, no la única, es que quizás los
navegantes ingleses que los llevaron a Europa como mascotas, regresaban de los
mares haciendo siempre una escala final en Guinea, lo que podría haber generado
confusión con respecto al origen del animal. Por otro lado era frecuente la
referencia despectiva en Londres del término guinea usada con
frecuencia para referirse a cualquier país “inferior” lejano y desconocido.
También conocidos como cobayos, son roedores de
la especie Cavia porcellus tiene la
particularidad de multiplicarse rápidamente ya que una hembra puede
reproducirse, en condiciones adecuadas, entre cuatro y seis veces al año
pudiendo dar a luz muchas crías por vez.
De fácil disponibilidad, pequeño tamaño, fáciles
de cuidar y manejar en el laboratorio poseen además en muchos aspectos,
similares respuestas fisiológicas a los humanos, por lo que se convirtieron
rápidamente en modelos ideales de experimentación.**
Hoy un estudio para poder realizarse debe
cumplir estrictamente con las recomendaciones para la Investigación Biomédica
en Seres Humanos expresados en la DECLARACION DE HELSINKI, con todas las
disposiciones del ANMAT y con los Lineamientos para la Buena Práctica Clínica
formalizados en la CONFERENCIA INTERNACIONAL DE ARMONIZACION.
Como en este caso, la extrema simplificación
(no quiero ser conejillo de indias)
de situaciones complejas que se alejan de la realidad en muchos casos privan a un paciente de
recibir tratamientos imposibles de acceder de otra manera y de hacer, lo que no
es poco, una contribución generosa que eventualmente tendrá un impacto que beneficie
a millones de pacientes alrededor del mundo. Vayan como ejemplos los
extraordinarios resultados con antirretrovirales que han cambiado el pronóstico
de los pacientes que conviven hoy, asintomáticamente con el virus del sida.
Actualmente, ha disminuido sensiblemente su uso
en protocolos de investigación siendo, en general, reemplazados por la
tecnología, por lo que creo que ya es tiempo de sugerir un reconocimiento
universal de toda la humanidad a éstos pequeños animalitos que tanto nos hay
ayudado a salvar vidas desde hace cinco siglos.
Nélida, hoy a los 78 años se
encuentra en muy buen estado de salud, toma un solo medicamento por las mañanas
y está planeando un viaje a Europa a visitar a uno de sus hijos.
En su interior sabe que muchos otros superaron el prejuicio, fueron
solidarios y participaron de los estudios de los que hoy, ella goza de sus resultados.
* Jefe
de Servicio de Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Perón
**
El uso de animales en investigación ha sido objeto de múltiples
debates éticos y se han establecido regulaciones y protocolos que
garantizan el bienestar y protección de los animales utilizados e experimentos
científicos.
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